Fray en Hamburgo

Mi año de prácticas Erasmus en Alemania... y lo que se tercie!

He ido retrasando este momento varios días, pero creo que ya estoy en disposición de hacer un poco de prosa descriptiva con mis compañeros de trabajo. No de todos, sino de los que están de prácticas, porque si tengo que empezar a hablar de todo el departamento, no acabo ni para Pascuas.

Aquí los de prácticas estamos divididos en tres despachos. En uno de ellos, en el despacho 423, trabajamos Jingang, Bharath y yo, a falta de un ordenador que está por ocuparse, aunque no parece que vaya a venir nadie más con nosotros. Aquí los ratos de trabajo se combinan con (a veces excesivos) ratos de risas y relatos de historias que cada uno va soltando con tal de retrasar el mometo de volver a trabajar. "No, es que eso que llamais los europeos comida china en China no existe", "No entiendo por qué la gente cree que todos los indios somos de Nueva Delhi" o "Yo no hablo como el indio de The Big Bang Theory" y demás comentarios acerca de las culturas propias de mis compañeros, merman las horas de trabajo real que deberíamos de estar haciendo. El que en mejor posición está en este caso soy yo, porque Bharath y Jingang llevan en Philips varios meses y sus tesis están a punto de llegar a término, con el consecuente trabajo que lleva ultimar cualquier cosa. Yo en cambio aún me dedico a leer artículos. 

En el despacho de más allá del pasillo trabajan Johannes, natural de Freiburg, y Yorlanda, de Holanda (sus padres no sabían que el nombre que le pusieron a su hija rimaba con el nombre de su país de origen en español). Johannes pudiera ser discípulo de Confucio, se lo toma todo con mucha parsimonia y necesita largos ratos de meditación para cualquier cosa, incluso para elegir el menú del día. Es buena gente. Yorlanda también, pero hay una cosa suya que es deseperante y a la que no termino de acostumbrarme: cada vez que estamos todos reunidos comiendo o de charla por el pasillo, y tiene que decir algo, se debe poner muy nerviosa, porque mientras cuenta lo que tenga que contar, su cuerpo comienza a contonearse, y sus manos se retuercen de forma extraña; el resto del tiempo es normal, salvo cuando ríe, que taladra un poco la cabeza. Siempre cuenta bucólicas historias de Holanda y de su ciudad natal, y de lo inútil que es el holandés incluso dentro de la propia Holanda.

Por último, un poco más allá, está Peter, de Karlsruhe, allá por el sur de Alemania, que también es normal aunque tiene una voz demasiado grave para mis oidos. Poco que contar, salvo que está sólo en su despacho, acompañado por una triste planta.

Varios de los mejores momentos en la oficina ocurren cuando Bharath aún no ha llegado, y puedo inventarme historias para contárselas al chino, que, con el resto de chinos, conforman aún una civilización bastante ingenua que a día de hoy no ha espabilado después de lo que les ocurrió a finales del XIX. Como no entiende español, he elegido una víctima al azar en mi facebook (cuya identidad aquí no será revelada) que, cada vez que se hace fan de alguna página en español, al chino le cuento que se ha hecho fan de "otra cosa", por eso de que no lo entiende. Esa otra cosa me la suelo inventar, y normalmente es de índole censurable, así que me abstengo de contarlo en este blog. Muy divertidas las reacciones del chino, un día las grabaré y publicaré.

Los nuevos praktikants, osease, Peter, Johannes y Yorlanda, llegan a trabajar muy pronto normalmente. No sé muy bien a qué hora lo hacen, pero cuando yo llego siempre están concentrados y trabajando. Da igual que llegue a las nueve, que es cuando normalmente llego, que a las ocho. Luego a las 12 de la mañana empiezan a dar la vara con ir a comer, aunque cada vez me cuesta menos decirles "A las 12 de la mañana yo no como", y voy retrasando el momento hasta la 1, que me parece un horario normal dentro de la anormalidad de los horarios de comida europeos. Intentaré que llegue el día en el que comamos a las 2.

Mañana tengo una presentación delante de todo el departamento para contarles lo que llevo haciendo tres semanas, así que me voy a preparar un pequeño discurso suficientemente clarificador para evitar, en la medida de lo posible, que me hagan preguntas inconvenientes. He dicho.

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