Fray en Hamburgo

Mi año de prácticas Erasmus en Alemania... y lo que se tercie!

En castellano, cumpleaños del puerto. Y es que este fin de semana el puerto de Hamburgo, de los más importantes del mundo por razones que ya expliqué en este blog hace meses, ha cumplido 821 años. Y qué mejor forma de celebrarlo que a la alemana: montando en el puerto centenares de casetas donde se distribuye cerveza constantemente, e incontables puestos de salchichas alemanas vendidas a un módico precio de 2,50€, donde se podían consumir las clásicas Brawürste y Currywürste, que tanto nos gustan.


El programa de actividades se prolongaba desde el viernes por la mañana hasta el domingo (hoy) bien entrada la noche. Nuestro primer contacto con el Hafen fue el viernes a las 23:30, coincidiendo con la llegada del Queen Mary 2, uno de los trasatlánticos más grandes y lujosos del mundo, y que hace escala en Hamburgo en esta fecha. Realmente impresionante, lástima que no hiciera foto por propia torpeza: me dejé la batería de la cámara en casa. Que no cunda el pánico, adjunto aquí una foto saliendo del puerto, pasando por delante Fischmarkt. Con respecto al resto del ocio que se había organizado, espectáculo de fuegos artificiales el sábado por la noche, exhibición de globos aerostáticos, multitud de barcos convertidos en museos para visitarlos, y millones de alemanes paseando de un lado para otro. Realmente agobiante. No conseguimos sacarle todo el partido al evento, principalmente porque se sucedían fiestas de otra clase en otras zonas de Hamburgo que requerían asistencia casi obligatoria, como la fiesta británica que se organizó el viernes en Europa Haus. Realmente brittish, aunque sin mucho británico. La gente optó por vestirse con camisas blancas y polos claros, estilo Wimbledon.

Y hoy, último día de cumpleaños del Hafen, hubiera sido visita obligada ir de nuevo, si no fuera porque el Sankt Pauli, equipo de fútbol de Hamburgo, ha subido a primera división. Los alemanes no han escatimado en recursos, y han paralizado la Reeperbahn para organizar un visionado del último partido de la liga donde jugaba el Sankt Pauli, a pesar de que el equipo estaba matemáticamente en primera división desde la semana pasada. Esta clase de ocios siempre están acompañados de lo anteriormente expuesto: puesto de cerveza insultantemente cara pero que todo el mundo consume como si fuera agua, y grill de salchichas disparadas de precio pero que también todo el mundo come. Gran fiesta la montada hoy en Reeperbahn, en la que Alex, Majo, Luis y yo nos tiramos casi tres horas al cántico de melodías interpretadas por bandas alemanas de rock en directo, canciones de ACDC, e himnos de hamburgueses borrachos.

Al final hemos echado allí la tarde entera. A nuestra vuelta, cena en casa de Majo, que nos ha convidado a patatas fritas y san jacobos, y vuelta a casa, que mañana me toca madrugar para ir a trabajar. Hace unos días sentí verdadera sensación de agobio al calcular cuánto me queda de estar aquí en Hamburgo: no llega a tres meses. Me hace pensar que debería darle un fuerte acelerón al proyecto, así que prometo hacerme progresivamente más responsable. Hasta más ver.

Una semana es lo que he tardado en abrir de nuevo el blog para escribir cosas nuevas. Entre el proyecto, la re-apertura del bar de la Paul Sudeck el miércoles y mi vuelta al gimnasio, poco tiempo he tenido para contar nada. Comienzo con la crónica del Queen's birthday en Amsterdam la semana pasada.

Si coordinar a más de ocho personas para salir de fiesta por Reeperbahn ya es un trabajo de Hércules, el hacerlo con 21 personas para irse hasta Amsterdam prometía ser peor que el calvario de Cristo. Sin embargo, mis pronósticos erraron en su mayoría, pues a pesar de que fue aparatoso el organizar a tantas personas en cuatro coches diferentes previamente alquilados, casi todo salió según lo previsto, salvo pequeños detalles. Preparados un jueves para salir y con un intolerable amasijo de equipajes malamente amontonados en los maleteros de los coches, marcamos en nuestros GPS's el camping a las afueras de Amsterdam en el que nos alojaríamos. Después de cuatro horas de viaje, allí aparecimos. Curioso paraje destinado al descanso, formado por un sesudamente organizado complejo de bungalós de ocho personas cada uno, y donde para ducharse era necesario acercarse a recepción a comprar fichas que hicieran correr el agua caliente. Muy cómodo.

Sin fuerzas para nada esa misma noche, sacrificamos la fiesta de ese día, estuvimos de charla unas horas en los bungalós, y nos acostamos para levantarnos pronto al día siguiente, cumpleaños de la reina. Lo que en realidad se celebra en este día no es el cumpleaños de la reina actual, a la que tachan de loca y extravagante, sino el de la difunta reina anterior. Suena a locura, pero no lo es tanto, ya que esta reina cumplía años en una fecha muy apropiada, como es la del 30 de Abril, cuando el calor ha llegado y el mal tiempo está de retirada. Y por tanto, visto que el cumpleaños de la nueva reina cae en un momento poco oportuno, se sigue celebrando el de la anterior. Muy listos los holandeses. De esta manera, Amsterdam prohibe el tráfico de vehículos en la mayoría de sus calles para que los holandeses salgan a pasearlas con cerveza en mano, y al son de la música de improvisadas discotecas al aire libre en multitud de puntos de la ciudad. No dudamos en dejar nuestros bultos en el suelo, y empezar a bailar cerca de un bar que había puesto su música intencionadamente alta, a modo de discoteca callejera. Allí nos tiramos casi tres horas. Más tarde nos dirigimos a una fiesta que había detrás del puerto de Amsterdam, donde estuvimos otro par de horas, y por la tarde, concierto de Dj Tiesto en el Museumplain, totalmente gratuito y a reventar de holandeses. Sin darnos cuenta, pasó feliz y fugazmente el viernes.

El sábado nos levantamos medio muertos para ir al freetour que empezaba a la una de la tarde en la plaza Dam. Hizo de guía un gallego bastante insoportable que hizo la visita un tanto pesada, no porque él lo fuera, sino porque era innecesariamente exagerado contando cualquier historia. No contó nada muy interesante, porque no recuerdo ningún detalle que merezca ser aquí citado. El sábado transcurrió tranquilo y sin mucho sobresalto, esencialmente porque no guardábamos ninguna fuerza del día anterior. El domingo, hicimos una visita rápida a Utrecht, y volvimos para Hamburgo, no sin que antes nos parara la policía en la autopista para preguntarnos si cargábamos con droga, armas, o más de 10.000€ en metálico. No pude evitar el dejar escapar una tímida risa al escuchar esto último, me pareció exagerado incluso para la policía alemana.  Ni las cuentas bancarias de todos los tripulantes del coche probablemente ni alcanzarían la mitad de esa cifra. Nos debieron ver caras de buenas personas, porque ni se molestaron en registrar el coche.

Magnífico viaje a Amsterdam, del que sólo guardo buenos y chanantes recuerdos. Me he dejado alguna historia sin contar, voluntaria e intencionadamente. Antes de cerrar el post, mención especial y honorífica de Mari y Jeremy, naturales de Italia y Francia respectivamente, que estuvieron de diez, y supieron aguantar a 19 españoles y su taladrante charla.

Hamburgo

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