A punto de llegar el invierno (si es que no ha llegado oficialmente ya) y la Navidad en su faceta más comercial, empiezan en Hamburgo a sucederse distintos eventos. Uno de ellos, es el conocido como Dom, que dicho así suena muy atrayente, pero que en realidad es la feria que montan en Agosto en Alcorconete de abajo, sólo que con tecnología alemana y durando un mes. Dicho así pudiera sonar un poco decepcionante, pero a las atracciones que allí hay uno no se sube sin habérselo pensado dos o más veces. Se puede elegir entre una variedad indecente de aparatos enormes que hacen todos los giros posibles que una máquina podría hacer, y en el caso de haber cenado ligero o en ayunas, se puede incluso pasar un buen rato en ellos. En otro caso, la cena puede acabar encima de alguien que esté mirando abajo. Para los cobardes siempre está la clásica noria.

Habiendo dormido poco o nada el día anterior, y con muchos teniendo que ir a curso de alemán al día siguiente a las 10 de la mañana, acabamos en Sternschanze tomando una cerveza, eso sí, después de dar muchas vueltas, que hay tantos sitios donde ir que puedes echar la juventud buscando un sitio a base de pensar "esto es caro, habrá uno más barato por aquí cerca". Es lo que tiene Hamburgo, haz que ir buscando la oferta. Aunque al final oferta nada que pagamos por una Franziskaner tres euros. Eso sí, mereció la pena; tanto oir hablar de ella, había que probarla. Muy rica.
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