Desde el viernes pasado hasta el lunes estuve pasando unos días por República Checa, más en particular Praga, para encontrarme con mis padres a medio camino entre Espana y Alemania. No es Praga punto intermedio entre estos dos sitios, pero sirve igualmente para el propósito antes mencionado.
Llegado el viernes muy pronto por la mañana, y con un total de siete horas de espera por delante hasta que llegaran mis padres, decidí dejar las maletas en la habitación del hotel y enterarme de donde salía el freetour de Praga. Si era la una de la tarde, el freetour salía de la Plaza de la Ciudad Vieja a las dos, con lo cual hacia allá dirigí mis pasos. Para los interesados en el freetour de Praga, el cual recomiendo encarecidamente a futuros visitantes de la ciudad, aquí dejo el link para que se informen. En su punto de salida fui absorvido por el grupo de españoles que allí charlaban y que se habían organizado en torno a uno de los guías del tour, que resultó ser también un erasmus español en Praga y de nombre Jacob. El resto de españoles que allí había formaban un cuadro un tanto cómico: una vasca que parecía salida de un akelarre y que venía acompañada de su amante peruano, dos gallegas que gastaron las tres horas que duraba el tour en susurrarse cosas al oido, una pareja de catalanes hablando constantemente en ese idioma insufrible que ellos tienen, un mexicano con un sorprendente parecido a Cantinflas, y un colombiano. Todos ellos tenían una historia tras de sí curiosa, pero no hay cabida en este post para ninguna de ellas.
Reunido ya con mis padres por la tarde, nos fuimos a dar una vuelta por la Ciudad Vieja para luego irnos a cenar. Bastante sabrosa la gastronomía checa, esencialmente basada en carnes de pato o cerdo según pude comprobar. Muy famoso es el revuelto de carnes que hacen los checos, y que han bautizado como Na české svatbě, véase foto adjunta. Un nombre bastante fácil e intuitivo. También probé otro famoso dulce checo llamado Trdlo, de forma cilíndrica y con un sabor parecido al roscón de reyes, de muy buen sabor y probablemente típico de la semana santa checha.
Iba a profundizar en detalles, pero no haría otra cosa que alargar el post, y a estas horas no procede. Puedo ahora asegurar que Praga no es señorial como lo fueron Estocolmo y Copenhague, sino que está un nivel por encima de ellas, colocándose muy merecidamente entre mis tres ciudades favoritas, en segunda posición. Prometo visitarla de nuevo eventualmente.
1 comentarios:
acabo de leer este post maaaaaan, nunca es tarde para culturizarse jeje volverás a visitarla cuando ande por allí xD bieeeeenn
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