Fray en Hamburgo

Mi año de prácticas Erasmus en Alemania... y lo que se tercie!

Llego ahora de tomar un café en el centro con amigos (en realidad he llegado hace horas, pero el escribir cada entrada del blog se vuelve siempre una tarea intermitente por estar alternándola con otros quehaceres, y lleva más tiempo del deseado). Estos cafés vespertinos de domingo y con amigos suelen tener siempre el mismo propósito, se tomen en Hamburgo, en Pekín o en Pokón: juntar todas las piezas que han sido el fin de semana y así vaciar las lagunas de memoria, pero también para intercambiar historias chanantes. En general, hablar mucho y decir poco, que siempre es lo mejor, siempre acompañado de algunos chistes.

Va pasando el tiempo en Hamburgo a velocidad constante pero rápida. El viernes cinefórum pero sin fórum en casa de Luis. 28 días después y Borat. La primera muy buena, ya la había visto, la segunda, mofante. Ayer fiesta en la Gustav, con excesos varios, como pasa siempre que se reúne la gente en la Gustav.  Tenía intención de combinar las fiestas de la Gustav y la Europa Haus a base de ir primero a una y luego a otra.; lástima que la de la Europa acabara inesperadamente pronto. Me he enterado hoy de casualidad de que mi habitación en la Gustav, a la que me mudo con alta probabilidad en Marzo, es intolerablemente pequeña, aunque dicen que la sala común es en cambio bastante amplia. Probablemente sea todo rumorología, así que me reservaré de hacer ninguna clase de comentario hasta que entre por la puerta de la que será mi habitación allí. Queda poco para eso, salvo imprevistos.

Y continuan las clases en el Goethe Institut, en el que me tiro casi nueve horas a la semana aprendiendo alemán. Tanto, que a veces me entran ganas de invadir Polonia, como diría aquel. Estoy tan motivado, que hasta me he acercado al Saturn a comprarme dos películas alemanas: Goodbye Lenin, y La vida de los otros. Lástima que al llegar a casa y sentarme delante del ordenador para ver la segunda, me diera cuenta de que no tenía subtítulos. La reservaré para dentro de varias décadas cuando sepa el suficiente alemán.

En otro orden de cosas, inusual frío el que se ha instalado estos días en Hamburgo. Los alemanes más viejos detienen su paso en la calle, e intercambian historias de principios del siglo pasado acerca de antiguas olas polares que por aquí pasaron. Los niños se deslizan por el hielo que cubre las aceras de la calle, y que provoca que descuidados viandantes se rompan los huesos al caer contra el empedrado tras un inocente resbalón. Oh las temperaturas bajo cero, cuánto chascarillos nos dan y cuántos buenos momentos nos regalan. Insoportable el frío que hace estos días, espero con ansia un anticiclón para que las esperas en el Saturn se vuelvan menos dolorosas.

Y de nuevo, un lunes, vuelta a la rutina, que trae consigo volver al trabajo, refugio de los que no tienen nada que hacer. Esta semana no parece que traiga novedades importantes, simplemente circunstanciales, así que si alguna merece la pena prometo hacer la crónica pertinente. Sigo sin prometer asiduidad en la publicación de posts.

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