Fray en Hamburgo

Mi año de prácticas Erasmus en Alemania... y lo que se tercie!

¡Cuánto tiempo sin escribir! Sobre todo habiendo hecho un viaje este fin de semana pasado, y con otro nuevo a punto de comenzar sin saber exactamente qué me depara. Primero, hago crónica de mi viaje a Dresden, y seguidamente publicaré una entrada más de seguimiento, para satisfacer a los lectores más voraces.

Este último fin de semana nos pusimos de acuerdo Majo, Luis, Ángel y yo para irnos a Dresden. Para los que no sean duchos en geografía alemana, Dresden se encuentra en el este de Alemania, más allá de Leipzig,  lo cual implica que el irse allí con el Schönes Wochenende es algo cercano a la más delirante de las demencias. Sin embargo, poco o nada es obstáculo a estas alturas para nosotros, así que el viernes a las tres de la madrugada, después de haber echado un rato en la fiesta de la Gustav, cogimos el primer regional que nos llevaría hasta el primero de los cuatro puntos en los que tendríamos que cambiar de tren. Lo peor de este billete: el tener que estar pendiente del próximo transbordo, con el consecuente impacto en las horas de sueño. Así pasaron nueve horas, desde las tres de la mañana hasta las 12 del mediodía, cuando por fin llegamos a Dresden.

Dejados los bártulos en el hostal y con ayuda de un mapa, nos dirigimos hacia el casco antiguo de Dresden.  Mención especial requieren los sandwhiches que nos hicimos Luis Bisschen Deutsch y yo, con los que podíamos haber alimentado a un ejército, y que nos duraron hasta el tren de vuelta. Nunca había visto tantos sandwhiches juntos.

Un poco triste la historia de la ciudad: casi al cabo de la Segunda Guerra Mundial, los Aliados descargaron varios miles de toneladas de bombas que hicieron saltar casi literalmente la ciudad por los aires, en lo que algunos consideran hoy que fue una especie de "venganza" contra la Alemania nazi por parte de la aviación inglesa, ya que la guerra ya estaba ganada a esas alturas de la película. Pero bueno, es lo que a veces tiene tocar tanto las narices al personal, algunas cosas uno se las busca. Por eso mismo, gran parte de las casas de la ciudad están vacías, porque la gente acabó emigrando a otras ciudades para no volver a Dresden jamás, a pesar de que ahora esté empezando a crecer de nuevo.Nota histórica aparte, la ciudad ha sido finalmente reconstruida, y de hecho aun muchas zonas de la ciudad siguen en obras. Opinión personal, aunque me duela decirlo, un poco más bonita que la propia Hamburgo, aunque sólo un poco. Impresionante las vistas del caso histórico sobre el Elba, que por cierto es el mismo río que pasa por Hamburgo, y la entrada a la ciudad en sí misma. Muy barroco, como a mí me gusta. Decidimos pasar lo que nos quedaba del sábado paseando por el casco antiguo, bebiendo continuadamente café para no perder ritmo después de no haber dormido nada en el tren, y fundalmentalmente empapándonos a partes iguales de historia y de agua. El tiempo fue, a diferencia de lo que ocurrió en Copenhague, sencillamente horrible, salvo contados respiros que nos dio el viento y la lluvia.




Por la noche, fuimos a Alaunstraße, famosa calle de pubs en Dresden, en la que aproveché para quedar con Andrea, amiga de mi Erasmus y natural de la zona, que además andaba recién llegada de esquiar de Austria. Nos pusimos al día a base de contarnos historias de amigos en común, y nos dirigimos cada uno a nuestra casa. Muy mala idea el dejar que fuera ella quien nos llevara de vuelta al hostal, porque en vez de tardar 15 minutos desde donde estábamos, que es lo que teóricamente se tarda, nos llevó casi 45, todo porque Andrea no conoce tan bien como cree su propia ciudad. Una vez llegados, Angel y Majo cayeron rendidos, Luis y yo nos pusimos a planear bromas para próximas estancias en hostales, y al poco despues amanecimos todos al día siguiente. El domingo, fuimos paseando por la orilla del Elba, y poco después dirigimos nuestros pasos hacia la Hauptbahnhof, donde se encuentra Praguer Straße, popular calle comercial de Dresden en la que no había comercio alguno por ser día del Señor.

Viaje de vuelta más corto que el de ida, y ciertamente más divertido. Nos dio incluso tiempo a estar un rato paseando por Leipzig, a pesar de que no llegáramos hasta el casco antiguo por no perder el siguiente regional. Balance del viaje muy positivo, principalmente porque me lo he vuelto a pasar pirata, y porque más barato no nos podía haber salido.

1 comentarios:

Andrea no conoce su ciudad, si claro.... ^^

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