Fray en Hamburgo

Mi año de prácticas Erasmus en Alemania... y lo que se tercie!

Lamento haber retrasado tanto la publicación del post, pero llegué de mi viaje a Colonia en unas condiciones físicas lamentables. Dejo aquí la crónica de nuestra fugaz excursión a sus famosos carnavales.

Levantado por mi despertador el sábado a las seis y media de la mañana, me dirigí hacia la Hauptbahnhof para coger el tren sin ninguna clase de equipaje. El no llevarlo se debía a que el alojamiento en Colonia estaba completo desde hacía meses y no era posible dormir allí, a falta de conocidos que allí vivieran, quedando como única opción el trasnochar en algún lado y volver el domingo a Hamburgo. Así que allí nos plantamos todos en la estación central de Hamburgo a las siete y media de la mañana, listos para organizarnos en grupos de cinco personas y comprar el Schönes-Wochenende ticket, que permite viajar por 35 euros por toda Alemania, eso sí, usando únicamente trenes regionales y en ningún caso alta velocidad. Cruel trampa esta, que nos llevó al más extremo de los cansancios. Por delante teníamos seis horas de viaje hasta llegar a Colonia, con cuatro incómodos transbordos. Por suerte, la compañía era inmejorable en su mayoría, salvo puntuales personajes añadidos a última hora con los que sólo cabía hacer chistes sobre ellos y sus circunstancias.

Gracioso el viaje de ida, con una constante charla animada que ameniza el paso de las horas en el tren, chistes malos, cotilleos de última hora, historias chanantes y piques perdonables, además de bocadillos de nocilla con olor a chorizo y varios kilos de mandarinas provistas por Luis y Celia, cuya vitamina C no evitaría el catarro que cogería en escasas pocas horas.

Prácticamente llegados a Colonia, nos pusimos nuestro disfraz, consistente en un gorro que se asemejaba a una maceta de la que salían curiosas flores. El disfraz pudiera en un principio tener poca gracia, si no fuera porque llevábamos el mismo otras seis personas, a las que hay que sumar la regadera que nos acompañaba, bajo la cual se escondía Álex. En la foto, los flower-power, esperando al último tren que nos llevaría a Colonia, a la que llegaríamos casi a las tres de la tarde.

Una vez allí, nos dedicamos a deambular por la Hauptbahnhof sin motivo ninguno, y aún a día de hoy algunos todavía no nos explicamos cómo pudimos perder hasta tres horas dando vueltas por sus alrededores sin hacer nada en particular. Mi teoría es que íbamos demasiados, mal asunto. Después de que el grupo se separara, algunos nos fuimos a ver la catedral de Colonia, única cosa que ver en la ciudad después de que quedara casi rasa después de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, suerte que no tocaron la catedral. Realmente imponente, lástima que estuviera cerrada por carnavales. Las calles, llenas de gente disfrazada de cualquier cosa: desde una chica en albornoz que se paseaba como recién salida de la ducha, hasta vacas y abejas, pasando por los habituales monstruos carnavalescos e infinidad de quimeras salidas de los más profundos infiernos, además de múltiples bandas que iban recorriendo calles y plazas para tocar animadas canciones de carnaval.

Dedicamos nuestro tiempo visitar un Penny para lo obvio, y a pasear por una ciudad en la que, como he dicho, no hay nada que ver salvo la catedral. No tengo recuerdo muy especial de lo que pasó hasta que decidimos ir ya entrada la noche hasta Zülpicher Strasse, calle que tenía fama en Hamburgo por ser lugar de reunión de estudiantes y tener pubs a su largo y ancho. Copia barata de la inimitable Reeperbahn en Hamburgo, que deja a la susodicha calle a la altura del betún y un poco más abajo. Nos metimos a un pub en el que, justo esos días, habían decidido cobrar entrada, porque el negocio es el negocio, más si es Carnavales, Pascuas, o cualquier fiesta que pueda engrosar los bolsillos de los empresarios más espabilados de una u otra forma. Allí permanecimos hasta que mi cuerpo dijo "hasta aquí has llegado hoy", momento en el que me dirigí hacia la estación central de Colonia para coger el tren de nuevo, esta vez junto con Sofía, Yelko, Ángel, Celia y yo. Si el viaje de la ida fue cansado, el de la vuelta fue lo más cercano a un suplicio persa, con una duración de ocho horas y un total de cuatro transbordos. Sin embargo, puedo decir que la vuelta fue de lo mejor del viaje y cuando más me pude reír.

Balance del viaje: mi buen amigo Luis, natural de Graná, dice que fue un EPIC FAIL, aunque yo no me atrevería a decir tanto. Eso sí, puedo decir sin temor a equivocarme que los carnavales han sido de una decepción tal que no volveré a no ser que sea en el día del famoso desfile, que fue hoy lunes.  La supuesta animación de la que Colonia presume tener en carnavales es la misma que hay en Hamburgo cualquier sábado por la noche. Como siempre, lo mejor de estos viajes siempre es la gente con la que vas, aquí también se ha cumplido la regla. Dejo aquí una foto con Luis, incansable compañero cervecil pero también en otras empresas. La semana que viene, viaje a Copenhague, nueva crónica para entonces.


Cierro el post un día 16 de Febrero cualquiera. 


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